Fernando Valverde
(inediti)
Traduzione dallo spagnolo di Lorenzo Mari
CON LOS OJOS ABIERTOS CAMINAS POR LA MUERTE
Para Alí Calderón,
que me acompañó a la última quebrada
En la última quebrada de los Andes,
donde la cordillera se hace piedras
que llenan los caminos
y caen como nevadas,
donde pastan el hambre y la pobreza
y en las gasolineras
hay una calma muda que se apoya en el aire.
Alguien se llama Ernesto,
alguien dice tu nombre en el mercado,
o en caminos de tierra que atraviesan los niños
que comen los insectos,
que se beben la sangre de los niños
y dejan en las puertas la marca de la altura
y unos viejos zapatos
sobre el tendido eléctrico
y unos viejos zapatos en los pies del que cruza
el último desierto de los Andes,
un valle en el dolor,
las piedras rotas que caen como tormentas
sobre esta soledad de cuerpos apagados
que lleva siempre hasta los hospitales.
Dicen que eres un muerto de los que nunca mueren,
que tus ojos mirando hacia el vacío
se han clavado en el techo del Hospital de Malta
que hoy ocupan el dengue y la tuberculosis,
que pastan en la hierba
como animales pobres y delgados
que beben en los charcos
o se tragan el plástico de los contenedores.
Como la tierra de los cementerios,
nada puede callarte,
con los ojos abiertos caminas por la muerte,
alguien repite Ernesto,
ya se marcha la lluvia hacia otro lado,
alguien siente las piernas
pesadas como el plomo
y acaba en una cama del Hospital de Malta,
una tarde de junio,
ya ha terminado octubre,
van a matar a un hombre,
no cruzan los pasillos con su paso de fieras,
no se escucha la huella de las botas
como en aquella tarde
de mil novecientos sesenta y siete
que fue la tierra para los cementerios
y los ojos abiertos la esperaron
en la lavandería
al otro lado de las cordilleras.
Ahora siente un dolor de sangre en los tendones,
ha pasado la fiebre,
ha cruzado la muerte hacia otra cama,
se ha instalado en el gas que llega a la cocina
o ha puesto ya sus huevos en las pinzas
o sobre la destreza en los quirófanos.
Sucede así en el valle,
con lógica de hambre y la costumbre
de ver caer las piedras.
En las últimas horas de esta tarde de junio,
el muchacho que tiene
la sangre coagulada en las rodillas
se atropella en la hierba,
no hay ruido de helicópteros,
sólo dos extranjeros entran al hospital
pero hay en sus gargantas una rabia durmiente
que no altera el silencio
de la lavandería.
Ellos van a volver a Santa Cruz,
pero el joven que arrastra
la pierna y las rodillas
ha nacido en el Valle,
y ha visto que la muerte cruzaba el hospital
y hasta la calle Sucre
y la ha visto escondida en una madriguera de culebras
o en el agua estancada.
Él sabe que a la muerte no se entra
con los ojos abiertos,
tal vez porque sospecha
que no hay nada que ver,
alguien le dijo un día
que la ceguera es blanca,
será la oscuridad de cualquier modo
y no hay nada que ver,
y los ojos abiertos perdidos al vacío
siguen clavados en el techo
de la lavandería
mirando a algún lugar,
señalando un camino o sosteniendo
alguna dirección,
allí donde se rompen cordilleras
y las piedras se clavan en los ojos
y destrozan los huesos de los campesinos,
allí fuiste a morir,
a la ceguera blanca,
traiciones que recorren las calles como cables,
alguien te llama Ernesto en el mercado
o en las gasolineras,
un joven atraviesa la hierba en una silla,
ahora dice tu nombre
como quien busca alivio en medio del dolor,
allí fuiste a morir
con los ojos abiertos.
CAMMINI VERSO LA MORTE CON GLI OCCHI APERTI
Per Alí Calderón,
che mi accompagnò all’ultima gola
Nell’ultima gola delle Ande,
dove la cordigliera diventa pietre
che riempiono i sentieri
e che cadono come nevicate,
dove pascolano fame e povertà
e nelle stazioni di servizio
c’è una calma muta che si puntella sull’aria.
Qualcuno si chiama Ernesto,
qualcuno dice il tuo nome al mercato,
o nei sentieri sterrati attraversati dai bambini
che gli insetti si mangiano,
si bevono il sangue dei bambini
e lasciano sulle porte la tacca dell’altezza
e delle scarpe vecchie
sui fili dell’elettricità
e delle scarpe vecchie ai piedi di chi attraversa
l’ultimo deserto delle Ande,
una valle in mezzo al dolore,
le pietre rotte che cadono come tormente
su questa solitudine di corpi spenti
che conduce sempre agli ospedali.
Si dice che sei un morto di quelli che non muoiono mai,
che i tuoi occhi guardando nel vuoto
si sono inchiodati sul tetto dell’Hospital de Malta
occupato oggi dalla dengue e dalla tubercolosi,
che nell’erba pascolano
come animali poveri e smagriti
che bevono nelle pozze
o che ingollano la plastica dei recipienti.
Come la terra dei cimiteri,
niente può metterti a tacere,
con gli occhi aperti cammini verso la morte,
qualcuno ripete Ernesto,
la pioggia va già altrove,
qualcuno sente le gambe
pesanti come il piombo
e finisce in un letto dell’Hospital de Malta,
una sera di giugno,
ottobre è già finito,
stanno per uccidere un uomo,
non attraversano i corridoi con il loro passo di bestie,
non si sente l’impronta degli stivali,
come quella sera
del millenovecentosessantasette
che fu terra per cimiteri
e gli occhi aperti la attesero
nel lavatoio
dall’altro lato della cordigliera.
Ora sente un dolore di sangue nei tendini,
si è sfebbrato,
ha incontrato la morte diretta verso un altro letto,
ha trovato sede nel gas che arriva in cucina
o ha già deposto le uova nelle pinze
o in mano alla destrezza delle sale operatorie.
Succede questo nella valle,
con logica di fame e l’abitudine
di veder cadere le pietre.
Nelle ultime ore questa sera di giugno,
il ragazzo che ha
il sangue coagulato alle caviglie
si affanna nell’erba,
non c’è rumore di elicotteri,
soltantoo due stranieri entrano in ospedale
ma nelle loro gole c’è una rabbia dormiente
che non altera il silenzio
del lavatoio.
Torneranno a Santa Cruz,
ma il giovane che si trascina
la gamba e le caviglie
è nato nella Valle
e ha visto la morte attraversare l’ospedale
e andare fino alla calle Sucre
e l’ha vista nascosta in una tana di serpenti
o in una pozza d’acqua stagnante.
Lui sa che nella morte non si entra
con gli occhi aperti,
forse perchè sospetta
che non c’è nulla da vedere,
qualcuno un giorno gli ha detto
che la cecità è bianca,
sarà l’oscurità ad ogni modo
e non c’è nulla da vedere,
e gli occhi aperti persi nel vuoto
seguitano inchiodati nel tetto
del lavatoio
a guardare in qualche posto,
segnalando un percorso o perorando
una qualche direzione,
là dove si rompono le cordigliere
e le pietre si inchiodano negli occhi
e distruggono le ossa dei contadini,
sei andato là a morire,
nella cecità bianca,
tradimenti che percorrono le strade come fili,
qualcuno ti chiama Ernesto al mercato
o nelle stazioni di servizio,
un ragazzo si spinge tra l’erba su una sedia,
ora pronuncia il tuo nome
come chi cerca sollievo in mezzo al dolore,
laggiù sei andato a morire
con gli occhi aperti.
CELIA
Nacida hoy.
No conoces la lluvia ni los árboles,
pero ya eres un bosque.
Hoy que comienza el mundo para ti,
que se pueblan tus ojos con el mar,
que todos te reciben como en una estación
donde se espera siempre,
que es principio y asombro,
mapas que no aseguran un lugar donde ir.
Hoy que el mundo comienza,
tristeza inadvertida,
eres el tiempo limpio,
el olor a madera y el silencio,
las preguntas sin sombras
y el amor sin orgullo del que ha perdido todo.
Es esa mi certeza,
las olas, el océano,
tu risa que es un pájaro.
Has traído el murmullo de un recuerdo,
los pies pequeños, como pequeño
es el rastro de nieve que has dejado
en las horas de enero.
Cómo será la vida cuando crezca en tus manos
con la fragilidad de las buenas noticias,
como un pez que se escurre para volver al río.
Una tarde cualquiera,
con la misma sorpresa que un amor,
vas a sentir la brisa que ha tocado los árboles
con su cansancio antiguo.
Hay veces que es rugosa y escuece como un fósforo
cuando enciende un recuerdo…
Tus manos brillan,
no hay sombras ni puñales,
puedo ver los cometas
arañando la noche
como un barco que zarpa y se adentra en la niebla.
La vida es una casa donde habita un extraño,
un jardín del pasado al que no volverás,
una orilla que buscas con miedo a los fantasmas.
Pero también la vida
es una luz detrás de una ventana
cuando la oscuridad
ocupa cada hueco y cada continente.
Esta noche es oscura,
el tren busca unos brazos
que están al otro lado de las horas.
Mientras, pienso en el modo de decirte
que los sueños son parte de nosotros
como un embarcadero es un viaje.
Porque ya eres un bosque,
y hay delfines, y lagos, y montañas,
y amores imposibles
que se llamarán Celia.
Alguien dice tu nombre en el futuro
y se llena de gente una casa vacía,
todos se sientan a la mesa.
Ya lo habrás olvidado,
fue la felicidad quien sembró este dolor,
fue la felicidad igual que una tormenta
sobre un vaso vacío.
Cuando lleguen el miedo y la desesperanza,
y todas las cerezas hayan caído al barro,
y las gaviotas griten
el olvido imposible de una mujer herida
que siente que avanzar es quedarse más sola…
Si todo esto sucede
recuerda la manera en que la lluvia
se convierte en un árbol
y el modo en que las olas
son el final del agua y el principio del mar.
No conoces el mar, ni el barro, ni los árboles,
pero ya eres un bosque por el que pasa un río.
CELIA
Nata oggi.
Non conosci la pioggia nè gli alberi,
ormai, però, sei un bosco.
Oggi che per te inizia il mondo,
che i tuoi occhi si riempiono di mare,
che tutti ti ricevono come dentro una stazione
dove si aspetta sempre,
che è principio e stupore,
mappe che non attestano il posto dove andare.
Oggi che inizia il mondo,
tristezza inavvertita,
sei il tempo limpido,
l’odore di legno e il silenzio,
le domande senza ombre
e l’amore senza orgoglio di chi ha perduto tutto.
È questa la mia certezza,
le onde, l’oceano,
la tua risata che è un uccello.
Hai portato il mormorio di un ricordo,
i piedi piccoli, come piccola
è la traccia di neve che hai lasciato
nelle ore di gennaio.
Come sarà la vita quando crescerà nelle tue mani
con la fragilità delle buone notizie,
come un pesce che si lascia scorrere per tornare al fiume.
Una sera qualsiasi,
con la stessa sorpresa di un amore,
sentirai la brezza che ha toccato gli alberi
con la sua antica stanchezza.
È rugosa alle volte e scotta come un fiammifero
che accende un ricordo…
Le tue mani splendono,
non ci sono ombre nè pugnali,
posso vedere gli aquiloni
che graffiano la notte
como un barco que salpa e si addentra nella nebbia.
La vita è una casa dove abita un estraneo,
un giardino del passato dove non tornerai,
una riva che cerca fantasmi paurosa.
Ma la vita è anche
una luce dietro una finestra
quando l’oscurità
occupa ogni vuoto e ogni continente.
Questa notte è scura,
il treno cerca braccia
che stanno dall’altro lato delle ore.
Intanto, penso al modo di dirti
che i sogni sono parte di noi
così come un molo è un viaggio.
Perchè ormai sei un bosco,
e ci sono delfini, e laghi, e montagne,
e amori impossibili
che si chiameranno Celia.
Qualcuno nel futuro dice il tuo nome
e di gente si riempie una casa vuota,
tutti si siedono a tavola.
Già lo avrai dimenticato,
fu la felicità a seminare questo dolore,
fu la felicità come una tormenta
su un bicchiere vuoto.
Quando arriveranno la paura e la disperazione
e tutte le ciliegie saranno cadute nel fango
e i gabbiani grideranno,
l’impossibile oblio di una donna ferita
che sente che andare avanti è restare ancor più sola…
Se succede tutto questo
ricorda il modo in cui la pioggia
si trasforma in un albero
e il modo in cui le ombre
sono la fine dell’acqua e il principio del mare.
Non conosci il mare, nè il fango, nè gli alberi,
Ormai, però, sei un bosco attraversato da un fiume.
UN CAMINO HACIA TI
Igual que los cobardes cuando huyen
van construyendo un rastro,
yo he dejado un camino que conduce hasta ti.
Ahora estás al final
de esos bosques que brotan
de forma inesperada
en el último instante de un adiós,
detrás de cada verso que intenta sostener
el agua en el vacío.
El invierno ha borrado el horizonte,
la nieve que fue el brillo de tus ojos
ha convertido en barro mis certezas.
Dónde correr ahora,
agotado y exhausto,
este dolor de sombras
se pregunta el lugar en el que crecen
los árboles que eligen los ahorcados,
los estanques de la oportunidad.
Cobarde caminante que prefiere
la ciudad de las horas detenidas,
la sombra de los sauces
y el orden de los cuerpos conocidos.
He dejado un camino que conduce hasta ti,
he dejado un camino.
UN CAMMINO VERSO DI TE
Uguale ai codardi che quando fuggono
vanno ingegnandosi un volto,
io ho lasciato un cammino che conduce fino a te.
Ora sei al limitare
di quei boschi che spuntano
d’una forma inattesa
nell’ultimo istante di un addio,
dietro ogni verso che cerca di sostenere
l’acqua nel vuoto.
L’inverno ha cancellato l’orizzonte,
la neve che fu lo splendore dei tuoi occhi
ha trasformato in fango le mie certezze.
Dove correre ora,
sfinito ed esausto,
questo dolore di ombre
si chiede il luogo dove crescono
gli alberi scelti dagli impiccati,
le cisterne dell’opportunità.
Camminante codardo che preferisce
la città delle ore arrestate,
l’ombra dei salici
e l’ordine dei corpi conosciuti.
Ho lasciato un cammino che conduce fino a te,
ho lasciato un cammino.
[N.d.T.].
In questo caso, Valle è scritto con lettera maiuscola per ricordare che in tutta la poesia si fa riferimento non solo a una valle, ma a Valle Grande, la località boliviana in cui fu esposto il corpo senza vita di Ernesto che Guevara dopo la sua morte
Fotografia di proprietà dell’autore.
Traduce dall’inglese (insieme a Raphael D’Abdon ha tradotto Bless Me Father dell’autore italo-sudafricano Mario d’Offizi, pubblicato per Compagnia delle Lettere nel 2011) e dallo spagnolo (insieme a Alessandro Drenaggi e Luca Salvi ha curato e tradotto l’antologia di poesia Canto e demolizione. Otto poeti spagnoli contemporanei, Thauma, 2013).
Con Luigi Bosco, Davide Castiglione e Michele Ortore ha fondato la rivista di critica online In realtà, la poesia.